13 de diciembre de 2011

Una temporada para Silbar



Entregada de forma entusiasta a la lectura de este libro de Ivan Doig,
Un libro sobre la infancia, la enseñanza y  la vida en el campo. Se sitúa en una granja de Minnesota.
El autor nos habla de la inocencia, la capacidad de asombro, la fe en el ser humano. Para mi es una exaltación cargada de admiración a la profesión de la enseñanza. El maestro con el reto de conquistar los corazones y las mentes siempre curiosas e inquietas de los jóvenes. Esa labor incomiable de atrapar la atención con una frase, vendedores de ideas. Esa magia que se esconde en determinadas vocaciones, consiguiendo con invisible varita, abrir los ojos a la ceguera del conocimiento, hacer llegar la luz a la aridez de los recientemente sembrados cerebros de los más jóvenes, arrastrando las sombras de la peor ignorancia del que no quiere saber.
Es un libro de personajes, entrañables y de historia asentada en la nostalgia, donde los valores más sencillos perduran. De fácil lectura y sin pretensiones.
Aunque aún me quedan unas páginas para terminarlo, no puedo esperar a compartirlo.
Gracias Carmen, por prestarme el libro.

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